El cardo, símbolo de fortaleza y belleza indómita, se reinterpreta en una estructura que desafía las formas clásicas del brazalete.
Una creación que envuelve la mano como una escultura viva: plata rodiada que refleja la pureza del metal y citrinos .
Cada detalle ha sido trabajado a mano en el taller de Siia, donde la orfebrería se convierte en arte y la naturaleza en inspiración eterna.
El Cardo Éternel no se posa sobre la piel: la abraza.









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